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Proposicion 29

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Proposicion XXIX

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Las dichas encomiendas y repartimiento de hombres que se hace y ha hecho, según dije, como si fueran bestias, nunca fué mandado hacer desde su tiránico principio por los reyes de Castilla, ni tal pensamiento tuvieron, porque no se compadece tal gobernación inicua, tiránica, vastativa y despoblativa de tan grandes reinos, poniendo a todo un mundo en aspérrima y continua, horrible y mortífera servidumbre, con la rectitud y justicia de ningunos que sean católicos cristianos, ni aunque fuesen gentiles infieles, con que tuviesen alguna razón de reyes.

3

La reina doña Isabel, de inmortal memoria, que desto trató la primera, luego ansí como por su mandado y favor se descubrieron las Indias, al primero que envió por gobernador, que fué el dicho Almirante, y el segundo, que se llamó don Francisco de Bobadilla, y el tercero que fué un comendador de Lares, mandó explicacísimamente que conservasen los indios en toda su paz justicia y libertad. Lo cual, porque el dicho Almirante dió solos trescientos indios a españoles, los cuales habían bien servido a los Reyes,

4

y dellos yo que esto digo tuve uno, quiso hundir y destruir al Almirante diciendo que qué poder tenía él suyo para dar a nadie sus vasallos, los cuales lego, estando la Corte en Granada, cuando lo de Lanjarón o Alpujarras, todos mandó que fuesen a sus tierras, libres, restituídos. ¿Qué dijera la serenísima y cristianísima reina, señores, si supiera haber repartido a los tiranos crueles, como si fueran carneros, todos, sin sacar grandes ni chicos, los universos vecinos y moradores de aquel su otro mundo, y por el tal repartimiento haber perescido (como dije) quince cuentos de ánimas, como Vuestra Alteza, señores, lo habéis visto? Estoy por decir que pusiera fuego a Castilla.

5

Después confirmó y refirmó lo mismo al dicho segundo gobernador, Bobadilla, y después al tercero, comendador de Lares, el cual, el año de quinientos y tres, siendo yo presente, introdujo, contra voluntad y sciencia y contra los mandamientos de la dicha señora reina, esta infernal pestilencia; por la cual, porque luego murió, no se le dió al dicho comendador de Lares por los Reyes su merecida penitencia. Y, últimamente, todo lo que había mandado y proveído, lo mandó y reconfirmó en su último testamento.

6

Venido el Rey Católico de Nápoles el año de siete, quiso emendar tanto mal, como paresce algo en la instrucción que mandó dar a Pedrarias, que fué el primero conquistador de la gran tierra firme; pero como tuvo pocos que le diesen lumbre y dijesen verdad, a Su Alteza aprovechó poco lo que fizo.

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Ultimamente, Su Majestad, estando en esta villa de Valladolid en el año de quinientos y veinte y tres, por el mes de junio, teniendo información cómo el dicho repartimiento era injusto y tiránico, y ser causa de perescer todas aquellas infinitas naciones, habiendo precedido por su mandado ayuntamientos de letrados de sus Consejos y de teólogos, y de personas de muchas letras y de buena y santa vida, como Su Majestad mismo refiere, a los cuales pareció que con buena conciencia, pues Dios Nuestro Señor crió los dichos indios libres y no subjectos, Su Majestad no podía mandarlos encomendar ni facer repartimiento dellos a los cristianos

8

(estas son palabras formales de Su Majestad) en una instrucción que envió a Hernando Cortés, que poco había que era entrado en la Nueva España por las mismas tiránicas conquistas, en la cual le mandó que no ficiese emcomienda, ni repartimiento, ni depósito alguno de indios en españoles, sino que los dejasen vivir libremente, como sus vasallos en estos reinos de Castilla viven, y si cuando aquella instrucción llegase hobiese hecho algún repartimiento o encomienda, luego la revocase y los pusiese en su libertad, etcétera. (Todas estas son palabras de Su Majestad, como en la dicha instrucción real paresce.) El cual no cumplió nada, por lo mucho que a él le iba en ello.

9

Esta fué también final conclusión de todo el Consejo Real y ayuntamientos que se hicieron por mandado de Su Majestad cuando pasaba a Italia destos reinos, el año de veinte y nueve, en tiempo que don Juan Tavera era presidente; y de todo nunca se cumplió nada. Y así como Su Majestad ha hecho tan frecuentes ausencias, y por sus muchos negocios externos no ha acabado de tener noticia de las miserias y calamidades de los indios y la maldad y ponzoña vastativa de reinos que contiene en sí este repartimiento, y cómo todo cuanto allá tiene se le pierde, y se ha envejecido y tupido esta tiránica ceguedad hasta agora. Y Dios sabe si será bastante, como es obligado, a extirparla algún día.

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Proposicion 29